¡Datos!

¡Hola arqueo inquietos!

Hoy venimos a hablaros de datos, de datos arqueológicos y de sus características. Sabéis que una de nuestras inquietudes es representar y medir la imperfección de los datos. Por ello, conocer cómo son los datos y sus problemas es fundamental para abordar posteriormente dicha cuestión.

Quizás uno de los términos más usados en lo personal y en profesional, sin importar la disciplina, es el término “dato”. Bancarios, económicos, sociales, en los informativos, en los periódicos, en internet; estamos rodeados de datos, de personas que hablan de datos. En Humanidades también hacemos referencia a ellos continuamente. Sin embargo, muchas veces no nos paramos a pensar qué son o a qué hacemos referencia con dicho vocablo y qué supone hablar de datos en Humanidades.

Vivimos rodeados de datos. Fuente: Pxhere

En sus dos primeras acepciones, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define dato como “Información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho” y “Documento, testimonio, fundamento”. Es decir, el dato es un producto cultural y no puede ser aprehendido de manera aséptica. Los datos no se nos presentan, sino que son “construidos por nosotros mismos durante el proceso de investigación” (Domínguez Berenjeno, E. L.: 2001: p. 114).

Tenemos diversos tipos de datos y hay diversas formas de clasificarlos. En función de su naturaleza, de su origen, de la forma en la que fueron obtenidos. De manera tradicional, se ha realizado una división en dos de las fuentes: fuentes primarias, es decir, aquellas que fueron creadas en el momento en el que tuvo lugar el acontecimiento histórico, y fuentes secundarias, también conocidas como historiográficas, que se producen a partir de la transformación e interpretación de las primeras. Las fuentes primarias pueden ser escritas (manuscritos, fuentes impresas), iconográficas (obras gráficas o plásticas), orales (directas o indirectas); las secundarias son los libros, artículos de revistas, tesis doctorales, etc. (Moradiellos, E.: 1994). Por su parte, C. Galán Saulnier y J.L. Sánchez Meseguer (2009: p. 274) distinguen tres clases: los alfanuméricos, los numéricos y los gráficos, es decir, textos, cifras e imágenes. Es una clasificación muy similar a la anterior, pero que prescinde del concepto clásico de “fuentes” y opta por una categorización en función del tipo del elemento.

Clasificación general de las fuentes. Fuente: Wikipedia. Licencia Creative Commons.

De manera general, todos ellos pueden ser parciales e incompletos, es decir, bien no se conserva el artefacto o se conserva parcialmente, bien el elemento no nos ofrece toda la información (dificultad para datarlo, por ejemplo). También pueden ser ambiguos, al ofrecer testimonios con varias interpretaciones. Además, en Arqueología (y es ampliable a las Humanidades en general), los datos tienen unas características propias fruto de la propia disciplina, pero también de los mismos datos. Es decir, existen unas limitaciones intrínsecas a ellos y otras que proceden de su manejo. Por ejemplo, por el error característico del instrumento de media o técnica que usemos para obtener el dato (los GPS tienen, por ejemplo, un error que varía en función del tipo que empleemos; no es lo mismo un GPS de mano de montaña que uno diferencial); o por cómo de bien se hayan transmitido hasta nosotros (las fuentes llegan, en ocasiones, de manera parcial hasta nosotros; por ejemplo, porque fueron destruidas).

Algunos problemas de los datos (diferentes factores que influyen en su imperfección). Fuente: Tobalina-Pulido, L.: 2021

De esta manera, un dato puede ser incompleto desde su origen (no fue terminado en el momento de su elaboración) pero también puede tener un error posterior (fruto de la toma de datos por el investigador o por el instrumento con el que se tomó el dato).

Por ello, tenemos que “identificar fuentes de incertidumbre que vinieran generadas de errores de documentación, de conjuntos de entidades incompletos y estructuralmente alterados y de inconsistencias e incompatibilidades en el momento de registro de los datos, y después continuarse a lo largo del ciclo de vida del proceso de investigación” (Sánchez Trigueros, F.: 2013: p. 17).

En definitiva, los datos arqueológicos tienen una serie de imperfecciones intrínsecas (propias al elemento desde su origen) y otras que se le añaden con la interpretación y tratamiento posterior. Esto conlleva una necesidad de gestionar estos problemas para poder medir el grado de imperfección de la fuente, pero también para buscar formas de no cometer errores que podrían evitarse (errores de medida, errores de transcripción, etc.).

Esta imperfección de los datos se ha visto acrecentada con la incursión del big data en la disciplina. Un mayor volumen y variedad de datos conlleva, necesariamente, un incremento de los problemas de imperfección (veracidad de los datos, variedad, volumen, etc.).

Como veis, los datos arqueológicos tienen una serie de problemas que debemos gestionar para poder ofrecer unos resultados honestos al resto de la comunidad científica. En próximos posts os contaremos más acerca de esta cuestión.

¡Si os ha gustado el post, ya sabéis, dadle “me gusta” y “compartid”! ¡Y dejarnos en comentarios vuestras opiniones sobre el tema!

Bibliografía

Domínguez Berenjeno, E. L., (2001), Arqueología y territorio de la interpretación arqueológica al dato histórico, SPAL: Revista de Prehistoria y Arqueología de La Universidad de Sevilla, 10 , 109–122.

Galán Saulnier, C., & Sánchez Meseguer, J. L., (2009), Tratamiento y gestión de la información arqueológica : ¿un problema o un reto?, Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Nueva Época. Prehistoria y Arqueología, 2 , 269–298.

Moradiellos, E., (1994), El oficio de historiador. Madrid: Siglo XXI.

Sánchez Trigueros, F., (2013), Reflexiones sobre la calidad y la incertidumbre de los datos arqueológicos, Ligustinus, 1 , 9–19.

Tobalina-Pulido, L., (2021), Medición y representación de la imperfección de los datos arqueológicos usando la lógica difusa. TFM inédito. Universidad Pablo de Olavide.

Publicado por Leticia Tobalina-Pulido

Doctora en Arqueología por la Universidad de Navarra y la Université de Pau et des Pays de l'Adour. Miembro de la Casa de Velázquez-EHEHI (2021-2022). ¡Actualmente desarrollando el proyecto Dynat-Inc junto a un equipo genial! https://www.casadevelazquez.org/es/investigacion/investigadores/leticia-tobalina-pulido/

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