¡Hola arqueo inquietos!
Espero que hayáis tenido un buen fin de semana. Seguimos con los posts sobre prospección y hoy vamos a hablar un poco de la metodología que empleamos en las prospecciones.
Algo muy importante a la hora de realizar la prospección es la planificación. Es decir, definir las zonas que vamos a prospectar, la cantidad de recursos con la que contamos, el equipo que tendremos, el momento en el que iremos a campo, el tiempo que nos llevará la prospección, el tipo de prospección que realizaremos, etc. Todo esto, lo podemos considerar antes de salir a prospectar, si bien no podemos ser ingenuos y pensar que por planificarlo todo, todo irá sobre ruedas. La realidad es que después podemos tener sorpresas…
A la hora de seleccionar una zona a prospectar, podemos optar por límites artificiales o arbitrarios, como por ejemplo, los límites de los términos municipales; límites histórico-culturales, como el área en la que se desarrolló una determinada cultura; límites geógrafico-naturales, por ejemplo, un valle. El tamaño de la zona a prospectar se establece en función de factores como: recursos económicos, medios humanos o accesibilidad del terreno. Además, tendremos que evaluar las características de la zona de estudio a partir de bibliografía arqueológica (cartas e inventarios arqueológicos, informes, monografías, etc.), comprobar los trabajos realizados previamente, consultar la cartografía para verificar la accesibilidad del terreno y el tipo de usos de suelo del espacio seleccionado.

Por otro lado, a la hora de elegir la estrategia de prospección, tenemos que tener presente siempre el objetivo de nuestra investigación. Si queremos prospectar una superficie muy grande, tenemos poco tiempo y queremos, simplemente, hacernos una idea de la realidad arqueológica de la zona, optaremos por una prospección extensiva. En este tipo de prospección, se trabaja con áreas de gran tamaño (más de 300 km2), se visitan lugares seleccionados (en la bibliografía o por informantes) y permite obtener resultados rápidos y con relativamente poco esfuerzo. Además, son suficientes dos o tres prospectores, e incluso uno. El principal punto negativo de este tipo de prospección es que obtenemos resultados muy generales.
Por otro lado, tenemos la prospección intensiva, que puede ser de dos tipos: de cobertura total, que permite generar datos globales sobre patrones de asentamiento y localizar una gran parte o la totalidad de los yacimientos de la zona; y mediante muestreo, es decir, selección de un porcentaje representativo de la superficie a prospectar posteriormente extrapolar los datos al total.

Estas son solo algunas pinceladas sobre la prospección arqueológica pedestre de superficie que esperamos que os sirvan de ayuda para comprender mejor esta técnica arqueológica. En los próximos post de este mes, seguiremos profundizando sobre el tema.
¡Que tengáis una buena semana!